2024 #3: En resumen, una vida maravillosa – Nell Stevens

Algo inesperado, inimaginable. Una sensación de cosquilleo. Un vuelco en el estómago, un hervor en la sangre, una falta de respiración, una sacudida con un nudo en la garganta que reconocí, en aquel mismo momento, como el primer paso tambaleante hacia el enamoramiento.

Me enamoro, p. 18.

Blanca ha muerto. Más concretamente, en 1473, cuando contaba 14 años de edad, en la cartuja de Valldemossa, Mallorca. Desde entonces su travieso fantasma ha convivido (y atormentado) con los monjes durante siglos; ciudado de lo que queda de su familia a lo largo de las generaciones y, en la medida de sus posibilidades, experiementando las mil posibilidades que la eternidad le provee; sin embargo, en invierno de 1838, llegan unos forasteros que la impresionan: se trata de Fréderic Chopin, George Sand y sus hijos, un grupo de gente que no se atiene a las normbas sociales y, por esta razón, provocan una violenta animadversión por parte de los mallorquinos. Blanca se ha enamorado de la indomable George Sand, así se involucra con la familia, aunque ellos no la vean, y busca comprenderlos a todos, mientras ella misma examina su pasado, su vida y lo que la llevó a convertirse en un fantasma.

Mi corazón, o, mejor dicho, el lugar en el que había tenido el corazón cuando estaba viva, alzó el vuelo.

Me enamoro, p. 23.

Con un argumento tan mucho muy interesante, quedé súper impresionado cuando lo tuve en mis manos en una librería. Lo compré y se quedó ahí un par de meses hasta que cogí la voluntad de leer la novela, no podía permitir que se convirtiera en un arrimado «algún día leeré» de mi estantería; George Sand me parece una personalidad muy interesante, de hecho leí algo de ella en el pasado, «Indiana o las pasiones de Madame Delmare» y tengo a la espera «Invierno en Mallorca» (la novela que estoy reseñando y esta que acabo de mencionar abarcan la misma etapa). También estoy esperando a que me paguen para comprar L’Orco. Ahora, queriendo conocer más de su vida, teniendo en cuenta de que a mi me estaban prometiendo una mezcla entre romance, novela histórica y cuento de fantasmas, pues me embarqué en el camino de «En resumen, una vida maravillosa».

Lo primero que puedo decir de una vez, es que estamos hablando de un buen libro, no solo en lo entretenido o vendible que pueda llegar a ser, mucho menos en lo material (la portada es preciosísima y Urano es una editorial maravillosa en ello), sino que es un libro que busca contarte más que solo el argumento. Me da mucho gusto cuando me encuentro con este tipo de literatura porque tengo la oportunidad de volver a leer como cuando estaba en la carrera de letras, hilando filo hasta poder aprovecharlo todo en la obra.

Cuadro de George Sand y Fréderic Chopin por un autor anónimo. Está hecho con base a unos cuadros individuales a manos de Delacroix.

Lo que en principio puede ser un defecto, en este libro no lo siento así: es una obra lenta, el ritmo va con calma y, dado que la protagonista es muy de dar monólogos y caer en el flujo de consciencia. En primer lugar, porque que un libro sea lento no significa que sea malo, y en segundo lugar, porque la tiempo y espacio para abordar mucho. Me topé de buenas a primeras que Nell Stevens tiene un gran interés con la corporalidad: describe harto lo que son procesos del cuerpo como la comida, defecar, vomitar, menstruar, etc. Así como el deseo sexual, las reacciones físicas durante el sexo, las fantasías, esas cosas extrañas que le gustan a las personas. De la mano con esto, abunda la enfermedad, la tuberculosis de Chopin, la muerte de Blanca, y de ahí se agarra para profundizar. Al principio me chocó… no en un mal sentido, sino que no estoy acostumbrado a ello, pero mientras más uno lo piensa más sentido tiene. Blanca es un personaje bastante interesante, gracioso y llamativo, está constantemente horny hacia las mujeres, en especial hacia George… ¡Claro que ella está obsesionada con ver como funcionamos los humanos! No tiene cuerpo, lo perdió a una edad muy temprana, hubo mil y un eventos que no pudo experimentar. Por decirlo de alguna forma, la gente es su principal fuente de entretenimiento, lo que la convierte en una cotilla (cosa que amo), pero al mismo tiempo el cuerpo es una experiencia traumática para Blanca, su muerte, lo cual es un spoiler importante, viene muy involucrada a esto y no es posible hablar de lo uno sin tocar lo otro.

Por otra parte, en estos flujos de consciencia que tiene Blanca, también hay momentos en los que ella se adentra en la mente de los vivos, por lo que podemos viajar a sus pasados: adentrarnos en sus emociones, en una familia que en un primer vistazo se ve unida, pero que poco a poco las grietas que la quebrantan salen a la luz. La autora creó un abanico de personajes humanos, tienen unos anhelos y sufrimientos tan reales que te duelen, los sientes, por ejemplo que a uno lo carcoman los pensamientos intrusivos, el egoísmo del amor, sufrir cuando reconoces que tu madre no te ama, la desconexión emocional con los hijos, entre muchas otras complejidades del alma humana, que mientras más lo piensas, y el libro lo recalca de una forma espectacular, es algo maravilloso. Su título «En resumen, una vida maravillosa» puede parecer extraño al principio porque si bien tiene sus momentos graciosos, el estilo de la autora, los hechos y lo demás muestran una novela muy triste. Sin embargo, ante la perspectiva de ser un espíritu, cualquier vida llega a ser preciosa, vivir es practicamente un milagro, la cantidad de oportunidades y hechos que puedan acontecer son cosas inadvertidas en el remolino del vivir.

Lo escucha tocar y trata de aprenderse la melodía de memoria. Nocturno, op. 27, n.° 2 en re bemol mayor: vibrante y triste, notas que se mueven como la gravilla bajo los pies en un camino escarpado. La sorpresa discordante del la natural que parece ser un error al principio hasta que mantiene su presencia y se gana su lugar en la composición. Aleteos de ornamentación que se tocan de forma lenta y deliberada: susurros añadidos y urgentes. Piensa: lo recordaré. […] Soy el la natural en el re bemol mayor de Chopin.

George Recuerda, p. 300.

Quiero mencionar también la relación íntima entre la vida y el arte. Nell Stevens es una maestra describiendo los efectos que tiene el arte en el alma humana, también como Blanca interactua, por ejemplo, con la música de Chopin, es poesía pura lo que esta mujer plasma en las páginas. Además hace una de las relaciones más acertadas, la vida + el arte, como, para algunas personas, un vida sin el arte es invivible, es una necesidad básica. El recordatorio que no solo basta con saciar lo del cuerpo, sino lo del alma con igual importancia.

En resumen, fue un constante disfrute para mí. Me regalé la oportunidad de disfrutar tan notable novela. No sé hasta que punto puedo aprender históricamente de ella, claro, pero con todas las virtudes que tienen, ello pasa un poco a un segundo plano. La recomiendo muchísimo, exige paciencia, sí, pero merece la pena. En todo caso, si tengo que hablar de defectos del libro, solo mencionaría dos: el primero es que de alguna forma me vendieron la idea de que tendría un enfoque sáfico que me interesaba mucho pero, si bien algo ahí hay, claro, no es explotado con suficiencia. El asunto de que Blanca esté enamorada de George, y que ella se sienta atraída a mujeres después de muerta le doy una explicación más que Sand le recuerda, o le impone mucho la vida, cosa que ella busca, y pues uno muerto se desprende de cualquier gusto específico; por otra parte, el final de la novela es muy apresurado. Me llevaron con muchas sensaciones, enfoques, miradas, etc. A lo largo de 320 páginas, pero la autora lo resuelve tan de afán que lo único que puedo pensar es que no sabía como acabarlo.

Pero, bah, soldado advertido no muere en guerra, y me gustó muuuuuucho. Lo recomiendo mil y un veces, me parece de esos libros que a uno le tocan resto la fibra sensible, lo ponen a uno a pensar y se quedan ahí pululando en la mente durante mucho tiempo.

2024 #1: Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos – Clarice Lispector

«Pero en el momento de decir adiós a la Ciudad sabrán por fin que realmente se les daba tanto a cambio de algo. Brasil, América, el Mundo necesitan niños felices. Ellas ríen. Creen. Aman. Las jovenes sabrán, entonces, que se espera de ellas que cumplan con el serio deber de ser felices.»

Donde se enseñará a ser feliz.

Clarice Lispector es una de las escritoras más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX. Quizá invisible a causa de no haber sido incluida dentro del fenómeno editorial «Boom Latinoamericano» (como el resto de mujeres autoras), la importancia de su pluma brilla por encima de todo, es una mujer que persiste por la magia de su «no-estilo» entre las estanterías de muchos lectores; en todo caso, yo conocí a Clarice durante 2022, un año decisivo en mi vida. En aquel momento yo era un estudiante de Literatura, y, a pesar de conocerla de nombre, nunca había leído algo suyo. Adentrarme en su mundo, porque fue medio año en el que consumí mucha de su bibliografía, resultó en un golpe en el estómago que me dejó sin aliento: ¿que era aquello? ¿cómo es posible que alguien pueda escribir de esta forma? Volví a tener una sensación ya olvidada como lector, esta mujer, ochenta años más vieja que yo, que vivió en otro contexto, otro mundo, me hablaba a mí, conectaba su corazón con el mío. De esa forma quedé obsesionado con ella. Clarice Lispector se convirtió en mi escritora favorita.

Quise terminar 2023 con algo suyo, y, al tiempo, comenzar el nuevo año a su lado. Poder dedicarle tiempo, otra vez, a algo que fuera más allá de los cuentos sueltos que escuchaba camino al trabajo para calmar los nervios. Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos podría considerarse una curiosidad. Se trata de un compilado de textos de Lispectos, un par de cuentos por aquí, crónicas por allá, algún ensayo, conversaciones, opiniones y entrevistas. Múltiples facetas que, junto a unos textos introductorios, nos permiten conocer otras facetas de Clarice más allá de la novelista o cuentista.

«Señor, cóncedeme la gracia de pecar. […] Esta vela que he sido, encendida en Tu nombre, ha estado siempre encendida en la luz y no he visto nada. […] Tu violento cielo:»

La pecadora quemada y los ángeles armoniosos.

Así como dice la presentación de este libro, «Clarice Lispector siempre reconoció el fragmento, la anotación dispersa, el fondo de cajón como parte esencial e indisociable de su producción literaria», no solo a causa de su proceso literario, que conoceremos sobre todo en la entrevista que corresponde a la parte final del libro, sino que conforme vemos estos retazos literarios de diversas éatapas de la vida de la autora es posible acercarse más al humano, alejarse un poco de la figura mítica de la escritora. O, por lo menos, acomapañarla, metafóricamente, en ese camino serpenteante que la transformó en lo que fue, por lo que la conocemos. Y he de confesar que eso fue lo que más disfruté de esta lectura, porque pude volver a acercarme a textos como «El triunfo», «Cartas a Hermengardo» o «El huevo y la gallina» (a pesar de que nunca he sido capaz de apreciarlo en su totalidad), pero también descubrí la maravilla de las crónicas tempranas «Donde se enseñará a ser feliz» y «Una visita a la casa de los expósitos».

Así como ya se ha mencionado en otros medios, Clarice, a diferencia de otros autores, es. En el primer relato publicado, «El triunfo», o «Cerca del corazón salvaje» se ve a la misma Clarice de «La pasión según G. H.», por ejemplo y, claro, matizando debidamente esta afirmación. El caso es que se nos permite apreciar esto aquí. Están presentes sus tópicos habituales, tales como la instrospección, su característico flujo de conciencia o el fracaso del lenguaje, pero también la constante pregunta por la vida, la búsqueda de la esperanza junto a la transformación interior, la forma en la que las pasiones se manifiestan por medio de las transgresiones, un profundo amor humano y el poder sobrenatural que ofrecen las cosas más esenciales como que «me parece completamente mágico el hecho de que una oscura y seca simiente contenga en sí una planta verde brillante». De la misma forma, este libro es heterogéneo en tanto a que el estilo de escritura, esa forma tan particular de sintaxis que maneja las composiciones lispectorianas, ya que tenemos la posibilidad de leer su pluma más compleja, como la más profunda (aunque casi siempre van de la mano), así como la sencilla o conmovedora.

Sin embargo, lo que yo más valoré de esta lectura fue conocer y reconocer a Clarice en cada página. Precisamente era ello lo que más necesitaba, volver a ella, no solo a lo que su literatura me hace sentir, sino como puedo interactuar con su propia humanidad. Por ejemplo, gocé tanto «Conversaciones con P.» al ser recopilaciones de charlas que tenía con sus hijos, es decir, disfrutar eso tan íntimo, que no fue pensado para el mundo, entre otras cosas. Aquello me pareció invaluable y, como es usual, todo este libro dejó mi ser renovado, si se quiere.

«—Mamá, estoy triste.

— ¿Por qué?

—Porque es de noche y te quiero.»

Conversaciones con P.