Qué raro haber llegado tan lejos, conocer por fin a su heroína y descubrirla tan ruin y superficial… Era como aterrizar en Pemberley y que Elizabeth Bennet resultara ser una Barbie con mirada de pez y aversión a los libros.
Adelle y Connie son dispares, la primera, interesada en las artes ocultas, la literatura gótica y los romances imposibles, mientras que la otra es una deportista de primera con grandes aspiraciones una vez acabe el colegio. Sin embargo, a ambas las une la pasión por los libros, en especial «Moira», misteriosa novela rosa acerca de un amor dispar en el Boston del siglo XIX. Es imposible localizar a Robin Amery, la autora, y nadie más que ellas, y el señor Straven, dueño de un anticuario, parece saber dobrde su existencia; es entonces cuando Straven les propone un trato, puede introducirlas en la historia, pero, cuando las dos entran, nada está bien. El mundo parece haber sido devorado por un horror incomprensible, que poco a poco devora a los personajes. Entonces, las dos amigas tienen que descubrir que pasa, cómo arreglarlo y poder volver a su casa antes de que todo sea demasiado tarde.
¡Qué vivan los audiolibros! La portada bonita fue una cosa, el argumento otra, pero al escucharlo en Storytel, con un narrador que hizo tan gran trabajo, Madeleine Roux me enamoró por completo. Es una historia bastante juvenil, se nota desde la introducción de los personajes hasta el estilo, una virtud, en efecto, porque la pluma de la autora es sencilla en tanto que es ágil, emocionante y secilla de entender. No por ello dejan de ser llamativas las descripciones, la autora crea un mundo del revés del ideal victoriano que sus protagonistas idealizan antes de infiltrarse en «Moira» . Podría decirse que esto es una mezcla entre Los Bridgerton y H. P. Lovecraft, así que están los vestidos, las fiestas, desmayos, todo minuciosamente retratado, pero también hay criaturas con tentáculos que emergen del océano y se comunican con Adelle y Connie de una forma RE ominosa.
Por eso la trama es bastante interesante, una propuesta diferente cuando pensamos que esto de «entré en mi novela favorita» es algo que ya se está haciendo, sobre todo en las industrias del entretenimiento coreanas y japonesas. Pero aquí es «entré a mi novela favorita y mis actos tienen consecuencias» (de hecho es bastante gracioso como ellas se van dando cuenta de que están cambiando la trama por OBVIAS razones). Me gusta pensar, también, que «El libro de los secretos vivientes» tiene reminiscencias a «In the mouth of madness» de Carpenter, una suerte de juego con la literatura que se mezcla con la realidad de la mano con toda la mitología Lovecraftiana (que Madeleine Roux supo entender, adaptándola de forma accesible para su público). Igual, mis quejas aquí tienen que ver con la trama, sucede que quería más, más intervención de los personajes, un final explicativo, queda ambiguo y que hay momentos donde no parece que vayamos a ninguna parte. Osea, sí, pasan un montón de cosas, pero te quedas con la pregunta de ¿y esto que tiene que ver con la explicación de lo que pasa? Iba por la mitad y no tenía ni una pista de lo que pudiera estar ocurriendo. Eso fue desagradable porque me encantó este libro, pude sentir real interés por todo lo que estaba por acontecer, lo emocionante que fue todo.
A menos que Robin Amery nunca le hubiera entendido lo más mínimo… Había creado un mundo hermoso, pero lo bueno de ese mundo estaba en los pequeños detalles que había descartado, los personajes que se volvían maravillosos por su cuenta.
La autora tuvo tanta razón con la cita anterior… ¿Por qué? Supongo, porque así me huele, que es una estrategia conocida. «Moira», el libro del que están prendadas Adelle y Connie, narra la historia de amor de Moira Byrne, aristocrata bostoniana y Severin Sylvain, un pintor pobre, resultando en un tórrido romance que desafía las normas sociales. En la nueva versión de pesadilla de Moira esto se desbarata, es un «no conozcas a tus héroes» que, pasan a segundo plano, volviéndose insufribles y siniestros. Los carácteres de la novela que tienen importancia son los menospreciados en el texto original, Orla, la mejor amiga de Moira; Caid, uno de sus pretendientes y Missisipi, una ladrona con su banda, conocida como «Los Rodadores». Adelle y Connie no conocen a quienes querían, sino a los que necesitaban conocer para poder crecer y llevar a cabo esto que se llama «el camino del héroe». Es un abanico de personas interesantísimos de los que, por desgracia, hubiera querido conocer mucho más.
Por otra parte, las dos protagonistas son maravillosas. Me enamoré de ellas por igual, de sus deseos, miedos y esperanzas. Soy muy fan de leer más amistades en la literatura juvenil y menos romance que, al respecto, no abunda, gracias a Dios. Hay, un poco, lo suficiente para preparar el desarrollo de Adelle y Connie (me gusta que hay un enfoque LGBTQ+ en estas sub-tramas a los que se les dio una importancia correcta, era necesario tocar ese tema y Madeleine Roux es generosa en ello).
Me quedé con una gran sensación. Como dije, no quería que se acabara el libro, necesitaba más y despedirme de este mundo, historia y personajes me dio un poco duro porque los quería mucho. Por eso siempre tendrán un lugar en mi corazón. (No niego que me gustaría una secuela, juju) Estoy abierto a leer más de Madeleine Roux, que demostró ser una escritora que he de tener en cuenta.