2024 #5: Belladonna – Adalyn Grace

Signa Farrow fue tocada por la muerte… pero no murió. En cambio, todos los tutores que han cuidado de ella están bajo la tumba, mientras que si Signa sufre un evento mortal su cuerpo se reparará hasta quedar como nuevo: esa es su maldición. Así ha vivido durante casi 20 años, sola y odiando a la Muerte con todas sus fuerzas. Sin embargo, cuando viaja con su nueva familia, unos aristocratas en decadencia por la muerte de la madre, junto a una hija terminal, todo empeora. Signa es confrontada por el espectro de la fallecida, asegurando que fue asesinada y la chica peligra el mismo destino, por lo que la joven tiene que hacer a un lado su odio por Muerte, quien cada vez se hace más irresistible, para llegar al fondo del misterio.

AVISO: esta reseña tiene spoilers.

Yo quería leer este libro. Lo quería leer desde que vi su preciosa portada y lo compré en un descuento. La mayoría de opiniones que hay en Goodreads son altamente positivas (lo cual me lleva a cuestionar el mal gusto de la masa). Con este sí que tenía altas expectativas y… qué decepción.

Comencemos por Signa, ah… es muy interesante con ese detalle de que no puede morir, en cierto momento te cuentan que se rompió el cuello y las vértebras se reacomodaron, además se la pasa comiendo belladonna para interactuar con Muerte. Añadamos que aunque sea invulnerable a ella morir sí le duele. Me pareció fascinante, sin contar con el sentido del deber tan fuerte que tiene, que tiene matices, es más que nada una antiheroína, con su propio código moral. ¡Maravilloso!… Hasta que un hombre medianamente guapo se cruza en su camino, porque ella entonces pierde por completo su inteligencia. A este respecto es una exageración de la literatura juvenil, en la que a la fuerza debe haber romance: Signa tiende a sexualizar a cada hombre atractivo que ve, es molesto de tanto que sucede, en especial porque hay un «romance» entre ella y Muerte pero no se siente natural, pareciera la cuota de amor y smut que los libros actuales de fantasía deben tener.

¿Cuál es mi problema con Muerte? Que la muerte es un concepto muy amplio, algo que ha atemorizado y atraído a la humanidad en partes iguales, por lo que en todas las expresiones religiosas y artísticas esta tiene que ver, uno se imagina a la muerte como algo ominoso o bien bello, que está más allá del bien y el mal… En fin. Esta novela plantea a Muerte como un muchacho 1. convenientemente convencionalmente atractivo, 2. extremadamente caprichoso y, de nuevo, convenientemente sarcástico, sexy, atrayente para la protagonista, 3. ¿No es creepy que se haya fijado en Signa desde que la conoció, es decir, desde que era un bebé?, 4. ¿WTF con el triángulo amoroso? Se resuelve de la forma más impensable, en este libro no hay que recurrir a las alternativas probables, sino a las más estúpidas, las que descartas de inmediato. DIOS.

Por otra parte, la historia juega a ser un murder mystery con tintes sobrenaturales. La portada y su contracubierta me ofrecieron una narrativa gótica «sensual», «atrapante», etc. Y… bueno, no porque una obra transcurra en el siglo XIX y tenga fantasmas implica que es gótica, ya que este género implica muchas más cosas de las que Belladonna adolece y/o echa en falta. En segundo lugar, el misterio patina mucho, Adalyn Grace usa el recurso de plantearte un posible asesino, darte los motivos y todo, pero a la hora es el que menos esperabas. No necesariamente es algo malo, Agatha Christie y Camilla Läckberg (autoras que aprecio mucho) recurren a lo mismo, pero en este caso se hace evidente… y cuando el crímen se resuelve, por lo menos a mí no me parecieron suficientes las razones, porque luego hay varios personajes que son sospechosos ideales, pero el culpable es muy (?).

Fan Art de Signa Farrow, hecho por @artbysmashey.

¿Estaré siendo muy duro con Belladonna? No. Hace más de una semana que lo terminé y sigo pensando lo mismo… Pero, no quiero terminar esta reseña sin resaltar algunas cosas buenas que tiene el libro.

Adalyn Grace sabe escribir. Al principio me costó un tris agarrarle el interés al libro, pero en seguida descubrí una narrativa habilidosa, muy buena creando imágenes y describiendo los elementos de forma suficiente, lo suficientemente exhaustiva para que no aburrir al lector. Además, aunque considero que los misterios de este libro tienen una resolución pobre, Grace los hace interesantes en el proceso de investigación, pasan muchas cosas siempre, son cosas importantes, por lo que tuve que hacer un esfuerzo para dejar de leer cuando me tocaba, porque quería saber que pasaba a continuación, estuve varios momento elucubrando que más pasará y que un libro consiga eso siempre es bueno; además, el mundo es fascinante, más que nada a lo que pasa con nosotros una vez morimos, me gustó eso, además los personajes secundarios se ganaron mi interés, sobre todo Blythe, y ella es la única razón por la que leería Foxglove, su secuela.

Aplaudo, igualmente, la producción gráfica del libro, la portada es bien linda, es cómodo de leer, y me gusta esa referencia a que en la trilogía cada título hace referencia a una planta venenosa, siendo 1. Belladonna, 2. Foxglove (Digitalis purpúrea) y 3. Wisteria (Glicinia).

Finalmente fue una decepción, no es el peor libro del año, por lo pronto, pero me esperaba mucho más, Adalyn Grace tenía una gran idea que desperdició por irse a través del camino fácil que cualquier otro Young Adult haría. Sí me interesa continuar con estos libros, pero solo por los secundarios y de todos modos, a menos que vea un descuento jugoso, no le meteré plata a unos libros tan costosos.

2024 #1: Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos – Clarice Lispector

«Pero en el momento de decir adiós a la Ciudad sabrán por fin que realmente se les daba tanto a cambio de algo. Brasil, América, el Mundo necesitan niños felices. Ellas ríen. Creen. Aman. Las jovenes sabrán, entonces, que se espera de ellas que cumplan con el serio deber de ser felices.»

Donde se enseñará a ser feliz.

Clarice Lispector es una de las escritoras más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX. Quizá invisible a causa de no haber sido incluida dentro del fenómeno editorial «Boom Latinoamericano» (como el resto de mujeres autoras), la importancia de su pluma brilla por encima de todo, es una mujer que persiste por la magia de su «no-estilo» entre las estanterías de muchos lectores; en todo caso, yo conocí a Clarice durante 2022, un año decisivo en mi vida. En aquel momento yo era un estudiante de Literatura, y, a pesar de conocerla de nombre, nunca había leído algo suyo. Adentrarme en su mundo, porque fue medio año en el que consumí mucha de su bibliografía, resultó en un golpe en el estómago que me dejó sin aliento: ¿que era aquello? ¿cómo es posible que alguien pueda escribir de esta forma? Volví a tener una sensación ya olvidada como lector, esta mujer, ochenta años más vieja que yo, que vivió en otro contexto, otro mundo, me hablaba a mí, conectaba su corazón con el mío. De esa forma quedé obsesionado con ella. Clarice Lispector se convirtió en mi escritora favorita.

Quise terminar 2023 con algo suyo, y, al tiempo, comenzar el nuevo año a su lado. Poder dedicarle tiempo, otra vez, a algo que fuera más allá de los cuentos sueltos que escuchaba camino al trabajo para calmar los nervios. Donde se enseñará a ser feliz y otros escritos podría considerarse una curiosidad. Se trata de un compilado de textos de Lispectos, un par de cuentos por aquí, crónicas por allá, algún ensayo, conversaciones, opiniones y entrevistas. Múltiples facetas que, junto a unos textos introductorios, nos permiten conocer otras facetas de Clarice más allá de la novelista o cuentista.

«Señor, cóncedeme la gracia de pecar. […] Esta vela que he sido, encendida en Tu nombre, ha estado siempre encendida en la luz y no he visto nada. […] Tu violento cielo:»

La pecadora quemada y los ángeles armoniosos.

Así como dice la presentación de este libro, «Clarice Lispector siempre reconoció el fragmento, la anotación dispersa, el fondo de cajón como parte esencial e indisociable de su producción literaria», no solo a causa de su proceso literario, que conoceremos sobre todo en la entrevista que corresponde a la parte final del libro, sino que conforme vemos estos retazos literarios de diversas éatapas de la vida de la autora es posible acercarse más al humano, alejarse un poco de la figura mítica de la escritora. O, por lo menos, acomapañarla, metafóricamente, en ese camino serpenteante que la transformó en lo que fue, por lo que la conocemos. Y he de confesar que eso fue lo que más disfruté de esta lectura, porque pude volver a acercarme a textos como «El triunfo», «Cartas a Hermengardo» o «El huevo y la gallina» (a pesar de que nunca he sido capaz de apreciarlo en su totalidad), pero también descubrí la maravilla de las crónicas tempranas «Donde se enseñará a ser feliz» y «Una visita a la casa de los expósitos».

Así como ya se ha mencionado en otros medios, Clarice, a diferencia de otros autores, es. En el primer relato publicado, «El triunfo», o «Cerca del corazón salvaje» se ve a la misma Clarice de «La pasión según G. H.», por ejemplo y, claro, matizando debidamente esta afirmación. El caso es que se nos permite apreciar esto aquí. Están presentes sus tópicos habituales, tales como la instrospección, su característico flujo de conciencia o el fracaso del lenguaje, pero también la constante pregunta por la vida, la búsqueda de la esperanza junto a la transformación interior, la forma en la que las pasiones se manifiestan por medio de las transgresiones, un profundo amor humano y el poder sobrenatural que ofrecen las cosas más esenciales como que «me parece completamente mágico el hecho de que una oscura y seca simiente contenga en sí una planta verde brillante». De la misma forma, este libro es heterogéneo en tanto a que el estilo de escritura, esa forma tan particular de sintaxis que maneja las composiciones lispectorianas, ya que tenemos la posibilidad de leer su pluma más compleja, como la más profunda (aunque casi siempre van de la mano), así como la sencilla o conmovedora.

Sin embargo, lo que yo más valoré de esta lectura fue conocer y reconocer a Clarice en cada página. Precisamente era ello lo que más necesitaba, volver a ella, no solo a lo que su literatura me hace sentir, sino como puedo interactuar con su propia humanidad. Por ejemplo, gocé tanto «Conversaciones con P.» al ser recopilaciones de charlas que tenía con sus hijos, es decir, disfrutar eso tan íntimo, que no fue pensado para el mundo, entre otras cosas. Aquello me pareció invaluable y, como es usual, todo este libro dejó mi ser renovado, si se quiere.

«—Mamá, estoy triste.

— ¿Por qué?

—Porque es de noche y te quiero.»

Conversaciones con P.

El despertar

Ambientada en Nueva Orléans y la costa meridional de Luisiana a finales del siglo XIX, la trama gira en torno a Edna Pontellier y su lucha por reconciliar sus puntos de vista, que se alejan cada vez con más fuerza, de la ortodoxia sobre la feminidad y la maternidad con las actitudes sociales prevalentes del Sur en el cambio de siglo. Es una de las primeras novelas estadounidenses que se centra en temas de la mujer sin condescendencia. Considerada a menudo como la Madame Bovary criolla, la protagonista, Edna Pontellier, es una mujer burguesa que entra en crisis al poner en duda el papel del matrimonio y la maternidad, manifiesta abiertamente su deseo sexual y decide romper con toda la seguridad que le otorga su privilegiado estatus social. (extraído: https://calixtaeditores.com/product/el-despertar/)

«Toda la vida había estado acostumbrada a albergar pensamientos y emociones que nunca se expresaban. Nunca se habían asumido tantos forcejeos. Le pertenecían, eran suyos; estaba convencida de tener derecho a ellos y de que no concernían a nadie, excepto a ella.»

Página 89.

Aviso, como siempre, el análisis tendrá spoilers de la obra.

Kate Chopin es esa clase de autoras que tienen cierto reconocimiento en el mundo anglosajón, pero aún falta mucho por lograr en los países hispanohablantes (al menos Latinoamérica, que yo sepa), y resulta francamente fascinante. Así como Emilia Pardo Bazán con su Insolación, El despertar ofrece una nueva visión del feminismo del siglo XIX/comienzos del XX que no se tiene muy en cuenta. Ya se planteó, gracias a mujeres tan importantes como Mary Wollstonecraft, a la mujer como sujeto intelectual y político, pero esta clase de autoras como Chopin, requieren un reconocimiento en otros aspectos, como la mujer como sujeto que busca su propia realización o su placer sexual.

Ilustración interior.

No me gusta esa clase de comparaciones, más todavía porque estamos comparando a una escritora con escritores hombres, y es evidente que la percepción del mundo es diferente. Aunque en un principio pueda parecer que el argumento y protagonista de El despertar pueda parecer similar a Madame Bovary, por ejemplo, nada más alejado de la realidad, pues solo se hace la comparativa por simplismo, ya que ambas obras comparten el tropo del adulterio.

Vale, sí, el adulterio está, pero no es, ni de lejos, a lo que va libro. No, es necesario aproximarse al título, entonces, El despertar, es la progresiva toma de consciencia de su protagonista, Edna Pontellier, acerca de su lugar en la sociedad, de qué forma quiere vivir, y las formas en las que ama, o más bien, debería amar. Además es un leeeento despertar (en relación con la cantidad de páginas, me refiero), ya que las primeras cien páginas del libro corresponden esto mismo, y cuando esta etapa (lo que corresponde a la estadía en Grand Isle) termina, apenas vamos en la mitad del proceso; es quizá esto un defecto de la obra, hay ocasiones en los que el ritmo decae, aunque sí es de esos libros en los que no pasa nada pero al mismo tiempo pasa todo, me parece que la autora peca de aburrida en ciertas partes que podrían agilizarse más porque la lectura llega a volverse complicada, tampoco ayuda el la prosa, descriptiva, a veces preciosista y sensual, que no está mal, pero con un ritmo lento se hace difícil. Ah, pero cuando superamos la parte de Grand Isle esto se reduce considerablemente, porque, digamos, es cuando el libro coge carrerita; creo que esto es porque Kate Chopin era esencialmente una cuentista, y eran relatos cortos, entonces me pregunto si es que le costó un poco trasladarse a algo más estructurado como una novela (aunque desconozco como será su otra novela, El error de Teresa).

«El instinto la había impulsado a dejar de lado la generosidad de su marido al haberse desprendido de su lealtad. No sabía qué sucedería cuando él volviera. Tendría que haber un acuerdo, una explicación. Ella sentía que las condiciones se ajustarían por sí mismas, pero, sin importar lo que pasara, había decidido no volver a pertenecer a nadie más que a sí misma.»

Página 144.

Mme. Bovary o Anna Karenina entienden la infidelidad de sus protagonistas de unas formas muy específicas. Además, ellas terminan siendo condenadas, de alguna forma, por sus actos. Desde Anna por ser egoísta ante la idea de nación que plantea Tolstoi de Rusia ante otros países europeos (recordar la decadencia del viejo continente de la que se habla en la literatura de ese tiempo), hasta Emma, con sus delirios que luego se transformarían en este trastorno de la conducta que se llama bovarismo. En cambio, Edna se suicida (y odio que se haya suicidado. Todavía sueño con una novela de ese tiempo en el que la mujer pueda quedarse bien y sola, lo más cercano que he encontrado es el final de Indiana, de George Sand), pero no es por un hombre, mucho menos por deudas, sino por saber que realmente no será libre como desea serlo en sus circunstancias, y una vida así no quiere vivirla.

Paseo a orillas del mar, de Joaquín Sorolla y Bastida (1909).

Kate Chopin ve las circunstancias de la mujer occidental del siglo XIX con una mirada increíblemente afín a nuestra actualidad. Lo que ella exige es por lo que hoy las mujeres siguen luchando. Cosas como la noción de que la vida de una mujer debe ir más allá de la maternidad, y a su vez, que no todas las madres quisieron serlo y no aman incondicionalmente a sus hijos; la mujer como persona que vive de su trabajo, en el caso de Edna, su arte, y unido a esto, la independencia, aka, tener vivienda propia; y, como ya mencioné antes, la búsqueda de la libertad, la esencia propia, y una revolución sexual, ya que, tiene un amante específico, Alcée Arobin, pero no hay un amor de por medio, ni un sentido de fidelidad con el hombre que ama, Robert Lebrun, ni su marido.

«—Renunciaría a lo superfluo; daría mi dinero, daría mi vida por mis hijos; pero no me daría a mí misma.»  

Página 89.

Por eso rescato la importancia del despertar, una obra revolucionaria en muchos aspectos, diferente, no solo a sus novelas contemporáneas, sino a otras mujeres que reivindicaron su género mediante su escritura. Mi calificación subjetiva es 4,3 de 5 estrellas ★★★

Las doncellas de óxido

Verano de 1980 en Cleveland, Ohio. Phoebe Shaw, y su prima y mejor amiga, Jacqueline, acaban de graduarse en la escuela de secundaria en medio de un futuro del todo desalentador e incierto. Toda la ciudad está copada de fábricas abandonadas que pueblan el horizonte, y la sombra de una huelga sobrevuela la rutina que gobierna sus vidas…
Pero, nada de eso es equiparable a lo que está ocurriendo en su propio vecindario. Las chicas con las que Phoebe y Jacqueline han crecido, están mutando. El pistoletazo de ese cambio lo dará el descubrimiento de unas oscuras huellas acuosas sobre la acera. Una a una, las jóvenes se van marchitando: sus uñas se transforman en cristales rotos, y sus huesos se convierten en metales oxidados que corrompen su carne.
Nadie puede explicar qué es lo que pasa con las chicas de la calle Denton; nadie, salvo quizá ellas mismas
. (extraído de: https://dilatandomenteseditorial.com/inicio/80-las-doncellas-de-oxido-de-gwendolyn-kiste.html)

“I’m a woman with almost half a century of life experience, who still can’t do a convincing impression of a human being.”

(Nota al pie: los extractos están en inglés porque lo escuché en formato audiolibro.)

Por alguna razón, abrí los ojos y descubrí que una novela de terror estaba siendo comentada por personas con las comparto gustos literarios. Fue como, de esos libros que «anotas» en tu lista de pendientes porque el argumento te pareció interesante, pero ahí se quedan hasta que un suceso excepcional te haga leerlo, o bien no lo lees nunca. Así me pasó con Las doncellas de óxido, no fue sino hasta que Storytel subió el audiolibro (porque, al parecer, es imposible encontrar los libros de Dilatando Mentes fuera de España y yo soy de Latinoamérica). Resultó ser la primera lectura que hice en el año y, curiosamente, fue bastante apropiada con las circunstancias actuales de mi vida. Además me dejó algunas cosas en las que pensar y que plasmaré en esta reseña.

Ilustración interior.

Las doncellas de óxido es esa clase de libro que desde hace rato estaba buscando: una novela de terror que, por la forma en la que está escrita, y los temas que aborda, más que asustarme, quería sentir una profunda desesperanza en el alma, quería deprimirme, por primera vez, a voluntad propia. El libro tiene una esencia tal, que me resulta imposible no compararla con otra obra del género, pero no en el mismo formato, y me refiero a la franquicia de videojuegos Silent Hill. Parecido en el sentido de, aunque el elemento visual del shock está ahí, en el juego, la gran variedad de criaturas espeluznantes, y en la novela, la lenta degeneración de los cuerpos de las doncellas, la importancia no recae en el body horror, sino, más bien, en la psicología de sus personajes, la forma en la que el trauma les afecta y de qué forma se materializa en el entorno que los rodea.

Gracias a esto, la novela tiene unos tintes depresivos fortísimos. A esto ayuda que está contada en dos tiempos, la actualidad (para el relato, 2008), cuando Phoebe Shaw, la protagonista, debe volver a la calle Dalton, casi treinta años después de los hechos, para recoger lo poco que queda de su juventud, antes de que demuelan toda la manzana. Allí revivirá su juventud, no solo por la nostalgia, sino por personas que una vez hicieron parte de su vida, o algunos que insisten en recordarle eso que siempre ha luchado por olvidar; en el otro lado, el pasado (el verano de 1980), cuando comenzó todo. Una vez graduadas del colegio, Phoebe, y su prima Jacqueline, son testigos de como, de la nada, las muchachas de la calle Dalton sufren una metamorfosis lenta y tortuosa; si al principio es evidente la atmósfera de desolación (uno de los puntos fuertes del relato es la atmósfera envolvente que Gwendolyn Kiste consigue), por el abandono del barrio, la contaminación y la inminente destrucción, el pasado no se salva, no es como ese tropo de «los tiempos de antes eran mejores», sino que la tensión de la crisis, social y económica, azota el ambiente. Si el hoy es duro, el ayer era peor. Es una constante la reticencia de Phoebe por recordar cuando las doncellas de óxido comenzaron a manifestarse.

“The houses were there, of course, just like they should be. But the draped windows stared out at me, drowsing eyes that never rested, and a scent of rotten earth and restlessness breezed through the neighborhood.”

Algo bien curioso que me pasó escuchando el audiolibro fue que la descripción de las doncellas de óxido nunca es clara. En sí, es altamente descriptiva, uno puede imaginarse a que huelen, y ciertas partes de sus cuerpos, pero en general es algo más bien abstracto, mi cerebro era cada vez menos capaz de recrear las descripciones conforme la metamorfosis se desarrollaba. Uno se imagina que no poder evocar una imagen clara en la narrativa es un error garrafal, pero, cosa curiosa, me gustó eso, porque, de hecho, todo en las doncellas de óxido es ambiguo. Gwendolyn Kiste no se molesta en dar una explicación clara del origen de este cambio tan drástico. Si catalogáramos la novela en el género de realismo mágico, sería perfecto, porque solo ocurrió ahí el Cleveland, y podría haber ocurrido en cualquier otra parte deprimida del mundo. Considero que lo más cercano a una explicación vendría a ser cómo las cinco chicas somatizan su deseo de ser plenamente libres de cualquier atadura a un mundo humano cada vez más decadente. Ellas comprenden, en varios aspectos, sectores oprimidos en la sociedad: para empezar, son mujeres que viven en áreas empobrecidas e industriales. Por otra parte, una es una madre adolescente, otra es hija de un padre abusivo, otra de una madre sobreprotectora, mientras que las dos que quedan son víctimas de la presión de las expectativas. Esto, para mi, se ve confirmado con la última aparición de las doncellas de óxido, convertidas en un mero concepto, que viven en cada partícula, gota o mancha, porque solo así pueden ser realmente libres, no siendo humanas.

Ilustración interior.

En sí, el libro no da miedo. Como dije, es más bien algo psicológico y un terror sordo, que se cuece por debajo de la mesa. Las doncellas no son el motivo del temor, sino la forma en la que la sociedad las concibe y las rechaza. Constantemente Phoebe le recrimina a todos y a ella misma la incapacidad de aceptar de nuevo a las chicas como medio para salvarlas de su funesto destino; me he dado cuenta que la narrativa de terror estadounidense tiende a reflejar en su narrativa la crisis social que siempre han afrontado. Cosas como la intolerancia, la apatía y la excesiva individualidad se plasman no solo en este libro, sino también en otros como Carrie, It, Amigo imaginario o La chica de al lado. Víctimas de un capitalismo que los oprime, pero ellos se apropian para oprimir de la misma forma, es inquietante leer (o, en mi caso, escuchar) como muchos de los vecinos se esfuerzan por buscar algún modo de culpar a las doncellas de óxido por los problemas que afrontan, hasta llegar a un límite en el que ellos no pueden escapar de su espiral de desencuentros.

Creo que la única pega que tiene el libro es que la autora no supo desarrollar a los personajes. Phoebe muchas veces resulta estresante, y no muestra un desarrollo real, uno pensaría que al tratar con el mismo personaje pero con un abismo de veintiocho años entre un pedazo y el otro, tendría que haber marcadas diferencias, pero no, sigue comportándose igual, como si el paso de los años en su cerebro no hubiese ocurrido. Por otra parte, llega a molestar que tenga un complejo de salvadora tan marcado, y es reiterativa con eso, a cada rato, tengo que salvar a tal o pascual, o bien, no pude salvar a las chicas, y yo entiendo el trauma, vale, pero igual un poco más de estructura y desarrollo más allá de sus tormentos hubiera estado bien. De resto, es el único personaje medianamente hecho, porque los demás no son más que el papel que cumplen dentro de la historia. Y es realmente una pena, porque de otra forma hubiera sido un libro de cinco estrellas, porque los otros aspectos son favorables, hasta el estilo de escritura, que, a pesar de no tener momentos de tensión insostenible, el fluido y lleno de metáforas bellas y/o fascinantes.

Una forma que yo describiría este libro sería parafraseando un pasaje del mismo, en el que se dice que, así como novelas tipo Anna Karenina o Madame Bovary, las doncellas de óxido son mujeres que tienen que enfrentarse a un destino que no es el suyo.

“It was the most beautiful and horrible thing I’d ever seen, watching her become all that she was meant to be.”

Esta vez, será un 4,3 de 5 estrellas ★★★

Un cuento de enfermera

Kate Snow, narradora de esta novela, es una enfermera –como lo fue la propia autora– contratada para ocuparse de Elinor, la hija pequeña de la familia Carruth, aquejada por una extraña enfermedad mental. Kate intentará desde el primer día entender por qué el joven Robert Steele, amigo de la familia, mantiene un control absoluto sobre todo lo que ocurre en casa de los Carruth. Auténtico laberinto de engaños, misterios y pasiones, con un sorprendente final, esta novela de intriga cuasi policial sobre la maldición de una estirpe, recuerda algunas de las mejores páginas de Wilkie Collins, las hermanas Brontë o Jane Austen. (Extraído de: https://calixtaeditores.com/product/un-cuento-de-enfermera/)

Cuando uno piensa en Louisa May Alcott, la mente siempre acaba yéndose hacia «Mujercitas» y todas las obras que derivan de esta. La cosa es que, en primer lugar, esta obra «cumbre» no le gustaba a su autora, ella la escribió porque le daba ingresos, básicamente, y eso me lleva a el segundo punto, muchas de los otros escritos de Alcott son de misterio, así como esta novela (otros pueden ser «Tras la máscara» o «Un susurro en la oscuridad»); mi sorpresa fue grande cuando vi que la editorial Calixta, nativa de Colombia, decidió sacar una línea de clásicos policiacos con este título en sus filas. 

Confieso que cuando leí la contracubierta pensé que tenía ante mí una novela de terror muy al estilo de «El papel pintado amarillo», de Charlotte Perkins Gilman, es decir, clásico que habla de enfermedades mentales, una trama misteriosa… mis referencias me indicaban una sola cosa. 

Sin embargo, me equivoqué. 

«—Sí, ayúdeme, ámeme, sálveme si puede; ninguna afligida criatura en el mundo la necesita tanto como yo a usted.»

Sí, es una novela de misterio. No se si decir si policiaca como tal, porque no hay un crimen per se, pero hay algo que toca resolver, un secreto de esos impronunciables que tanto le gustaba a los escritores victorianos. Además hay una persona que está loca, sí, inclusive podríamos hablar de ese tropo de la loca del ático, pero la autora le da una vuelta de tuerca a muchos de los temas que ya eran lugar común en la literatura de suspenso en el siglo XIX. 

Portada del libro, a cargo de Calixta Editores.

En primer lugar, tengo que destacar la relación que tienen la protagonista, Kate Snow, y el antagonista, el señor Steele. A ver, por lo general el malo es muy malo (estoy hablando de las novelas del siglo XIX para atrás), bien puede tener sus motivaciones válidas, pero el punto es que mantiene una constante enemistad con el héroe o heroína, esta última más frecuente en la novela gótica. Aquí es diferente. Desde el principio Kate se da cuenta que la influencia que tiene Steele sobre la familia Carruth es nociva, no hizo falta que Elinor se lo advirtiera, pero lo interesante es la dinámica que ambos tienen, porque, más que ser archienemigos, parecen más bien colegas, como mucho rivales amistosos; Steele cree haber dado un paso más adelante que Kate, pero ella, cuando el menos lo espera, lo rebasa en su carrera para conseguir sus objetivos (el de Steele, controlar a los Carruth mediante un secreto que no puede revelar antes de año nuevo, y Kate, proteger a la familia y liberarla de su yugo) y viceversa, se muerden la cola el uno al otro, pero al mismo tiempo se tratan como amigos, como si se jugaran bromas y olvidaran que el asunto es en serio. Esto hace que sea divertido, no la batalla del bien contra el mal de la que ya estamos acostumbrados. Para haber sido publicada en 1865, es refrescante.  

¡Hablemos de Kate! (y de los demás personajes, en general). ¿Qué es una heroína del siglo XIX? Recatada, recta, muy moral, hermosa, sin duda alguna, y, una de dos, y aquí me río por mi queda Jane, o sensatez, o sentimiento. Bueno, Kate es mucho más compleja que esas características. Louisa May Alcott se las arregla para delinear un personaje femenino que tiene las características del hombre de su tiempo sin parecer problemático. Kate Snow es tierna, dulce, no porque su profesión de enfermera lo demande, sino porque se trata de su naturaleza, también trabajadora, pero al mismo tiempo increíblemente inteligente, astuta, que, muy a su pesar, no teme en usar su feminidad para conseguir lo quiere, y con esto no es una antiheroína, como otros ejemplos de la literatura (Scarlett O’Hara, Emma Bovary o Ellen Olenska). Y es que, cuando pienso en una enfermera, o institutriz en la literatura, me imagino a Jane Eyre o Agnes Grey, ambas muy… victorianas, pero Kate tiene más fuerza y es, sin duda, una protagonista más que memorable. 

«Un cuento de enfermera» tiene un limitado abanico de personajes, y los que más destacan son los femeninos; importantes, hay cuatro mujeres, todas distintas la una de la otra. Exceptuando a Kate, están las tres mujeres Carruth, la madre, Elinor, la enferma, y la menor, Amy. A parte, son bastante engañosas, porque uno piensa una cosa, pero luego hay un giro que borra esas impresiones, o quizá no, en otros casos, son ellas, junto con Steele, las que mueven la trama. Pero bueno, algo que sí es cierto es que los Carruth son una familia de mártires. Operan en función a ese secreto que los oprime, y lo llevan como una cruz que hay que cargar dignamente, los dos hermanos, Harry y Augustine, el primero es un libertino y el otro un cura, son más planos, pero igual cumplen su función. En el caso de Steele, aunque más matizado que los anteriores, porque sabemos sus debilidades, fortalezas y motivaciones, sigue siendo un poco de lo mismo, o al menos yo lo sentí así. No sé si sea porque en aquel tiempo una mujer, relegada como estaba a unos roles más que específicos, podía ofrecer más posibilidades en la ficción.

«Diría que usted no tiene sentimientos de no ser porque pone tantos en su música que sería capaz de emocionar hasta a una piedra.»

Por otra parte, la pluma de Louisa May Alcott tiene un buen ritmo, casi en ningún momento sentí pesada la lectura. Se notan ya ese estilo tan agradable que muestra en «Mujercitas», que se publicaría tres años después que esta pequeña novela. Yo tengo muchos sentimientos… raros con la autora, principalmente porque «Aquellas mujercitas» me disgustó a niveles impresionantes, pero no por eso voy a negar que la prosa de ella es, diría yo, muy tierna. Al ser tierna, uno genera un lazo con los personajes con facilidad, lo que es algo bastante difícil en la literatura. 

A diferencia de otras novelas, como «Jane Eyre», principalmente, Louisa May Alcott trata a los enfermos mentales con una dignidad que por su época sorprende. Kate Snow trata con cariño y paciencia a Elinor, quién no parece una desquiciada, tengo que decirlo, e incluso la toma en serio, la ve como una persona, un ser humano que, por la crueldad del destino, requiere un trato más especializado, pero no por eso menos válido. No puedo evitar poner a Alcott por encima de Charlotte Brontë en este aspecto, ya que esta ultima trata a los locos como animales o seres perversos. 

Ay, ¡Odio hablar de los defectos de un libro con muchos méritos! Pero, como todo, esta obra no es perfecta. No tiene muchos fallos, el principal es que hay un melodrama en la historia que es completamente innecesario; las novelas no necesitan romance siempre, y no me cansaré de decirlo, y creo que esta opinión es contraria a lo que otros lectores piensan, PERO ES QUE NO PUEDES METER AMOR EN TODO LO QUE LEES el exceso de melodrama en el libro me dañó la lectura ya cerca del final, en realidad si esto no hubiera estado, habría leído un libro de cinco estrellas. Cosas como el amor, la muerte, ese tipo de cosas, están bien, pero solo cuando la trama lo exige, no cuando uno quiera, porque, de otra forma, se nota lo artificial e innecesario que es. Pero, eh, en serio que es un buen libro. Más allá de ser entretenido o no (es entretenido, los personajes femeninos memorables), tiene mucho que decir, y me parece sentir este tipo de estilos en autoras posteriores como Edith Wharton. Desde hace rato quería leer la obra de misterio de Louisa May Alcott y estoy seguro de que en algún momento volveré a sus páginas. En ese orden de ideas, mi puntuación es 3,9 de 5 ★★★

¿Y a ti que te pareció? ¿Disfrutaste el libro, o no te gustó? Te invito a dejar tus opiniones en los comentarios. 

El duque y yo (Los Bridgerton, 1/8)

Todos parecían divertirse en aquel baile que reunía a lo más selecto de la sociedad londinense. Todos, excepto ellos dos. Daphne, una hermosa joven agobiada por su madre, y Simon, el huraño nuevo duque de Hastings, tenían el mismo problema: la continua presión para que encontraran pareja. Al conocerse, se les ocurrió el plan perfecto: fingir un compromiso que los liberara de más agobios. Pero no sería sencillo, ya que el hermano de Daphne, amigo de Simon, no es fácil de engañar, ni tampoco lo son las avezadas damas de la alta sociedad. Aunque lo que complicará de verdad las cosas será la aparición de un elemento que no estaba previsto en este juego a dos bandas: el amor. (Extraído de: http://www.titania.org/es-es/catalogo/catalogos/ficha-tecnica.html?id=500000435)

Los Bridgerton son una saga de romántica histórica (sí, de esos que tienen parejas semidesnudas en las portadas). Si bien desde su publicación, que comenzó hace veintiún años, fueron novelas bastante populares, con una fanbase muy sólida, no fue sino hasta que tío Netflix, gracias a Dios, decidió adaptar la saga en formato de serie (una excelente adaptación). Bueno, ahora, tras dos décadas, los libros están teniendo un boom gigante, tanto, que me costó un huevo conseguir los nueve libros, que por cierto, fueron reeditados por ediciones Urano con unas bonitas portadas dibujadas. Pero bueno, es impresionante ver como ciertas obras resurgen con tanto esplendor como los Bridgerton, que parecen ser de lo mejorcito del género junto con Lisa Kleypas. En lo personal me atrajo por el anuncio de la serie, por allí en octubre del año pasado, en general porque lo vendían como «el lado más sexy de la regencia», solo me quedé con la palabra regencia, así que, por probar, compré los dos primeros libros. Creo que con ya saber que tengo la saga entera se sobreentiende que opino de los libros… Pero hay que ser justos, si tengo algunas cosas que mencionar.

Cuadro de Daphne, Eloise y Francesca Bridgerton. De la serie de Netflix.

La novela comenzó conmigo con una buena premisa. Allá por los albores de la década de 1780, el duque de Hastings cumple su mayor sueño: tener un heredero, tras años de intentos fallidos. La buena noticia, tiene un hijo varón, ¿la mala? Bueno, su esposa murió en el parto, ¿y la muy, muy mala? Que su hijo, llamado Simon Basset, es tartamudo. El duque decide desconocerlo, porque según él, los Basset tienen que ser perfectos para así honrar el ducado que les dio la corona… Bueno, algo así, el punto es que esto, naturalmente, produce mucho rencor en nuestro protagonista masculino, quién, tras intentar agradar a su padre con numerosos e infructuosos intentos, es rechazado de una forma bastante cruel. A pesar de haber logrado dominar su tartamudez, el duque le recuerda a Simon que para él, el niño es una decepción, por lo cual, Simon decide ser una vergüenza para el nombre de la familia.

Tras tres libros leídos de la saga, me doy cuenta que Julia Quinn hace uso de los prólogos para introducir la problemática principal de la novela. No sé si esto es un problema, viéndolo por el lado de que ella no parece ser capaz de entretejerlo entre el argumento principal, o sí agradecer que sea tan conciso que la lectura se vuelve un paseo muy sencillo. Una de las ventajas que tiene El duque y yo, es que el estilo es muy básico: simplemente se usan dos perspectivas (Simon y Daphne) y un lenguaje de discurso indirecto libre. El vocabulario no es difícil, porque el libro, por más de que se venda como una novela histórica, no tiene dichas pretensiones. Sí, nos quiere contar una historia que transcurre en 1813, pero obvia los hechos históricos, olvida, por ejemplo, las guerras napoleónicas. Solo se le da importancia a la historia de amor. Julia Quinn se desliga por completo de los autores que preceden esa época, tan solo mencionándolos fugazmente o haciendo referencias superficiales. Una de ellas, y la más importante, tanto por el género, como por la época en la que se desarrolla, es Jane Austen. He visto por ahí que se considera una ofensa compararlas, pero es que no hay punto de comparación. La Quinn parafrasea un poco a Orgullo y Prejuicio, o pone a sus personajes a leerla, pero nada más allá, porque esto no es costumbrismo, como Jane sí lo es, o, aunque ambas manejan comedia, es muy distinta entre sí. Eso lo aplaudo, porque quitarse el peso de un autor de encima es muy difícil, por la ansiedad de muchos autores y autoras de emular a los grandes de la literatura. Julia Quinn es humilde en ese aspecto, sabe que nunca podrá conseguir eso, coge por un camino marcado por ella misma. Eso es precisamente lo que la hace tan deliciosa de leer, que uno se quede horas pegado a uno de sus libros, porque uno no está leyendo a la imitadora de Austen o Georgette Heyer, sino a Julia Quinn siendo ella misma.

Simon (Regé Jean-Page) y Daphne (Phoebe Dynevor) en la serie de Netflix.

En cuestión de personajes, la autora es muy parca. La novela muy introductoria, solo dando nombres y personalidades algo desdibujadas. Claro, menos Daphne y Simon, ellos son los que importan aquí. Yo pensaba que los secundarios serían telón de fondo hasta que les tocara su propio libro, pero no, poco a poco uno los va conociendo, eso está bien. Pero bueno, volviendo a la historia de los dos muchachos, es importante mencionar que Simon le ha hecho una promesa a su padre: no se casará, ni tendrá hijos, su venganza es dejar que el ducado de Hastings se extinga, claro, hasta que conoce a Daphne, porque, JAJAJAJAJA, esto es una novela romántica; esto funciona como conflicto porque, a pesar de que ambos se están enamorando, él tiene que ser fiel a su promesa y sus traumas; Daphne, por el otro lado, me agradó en un principio, porque es una mujer que se sale de los clichés del género. Si bien ella desea un poco de independencia, es más en el sentido de que no quiere que la agobien los hombres y los matrimonios, pero sí se quiere casar, y sobre todo, quiere ser madre. No es común ver una protagonista femenina en una obra de romántica histórica que quiere cumplir su rol en la sociedad. Me gusta porque es como un fresco entre tanto cliché.

Eventualmente tendrán que casarse, mediando el escándalo para lograr esto, porque sí, esta saga de libros es erótica. Me da un poco de repelús saber que tendré que leer escenas calientes con personajes que, ahora, son menores, pero cuando toque, estarán en sus veintes, no lo sé, es como raro. Pero bueno, la sexualidad es importante en el libro, por dos razones, y una no es buena, pero me iré por la primera: el nudo de la obra funciona mediante la falta de educación sexual de Daphne, y como ella es engañada por Simon cuando el no deja que ella quede embarazada. El problema, es que cuando ella se entera, VIOLA A SIMON. Va y se aprovecha que el tipo está ebrio, y cuando él le dice que no, ella sigue. Para mí, eso arruinó a Daphne, porque ella en todo el libro argumenta que con el amor que ella le tiene a Simon, él puede superar sus traumas, pero hija, como puedes ser tan hipócrita. No, no, no, todo mal, todo mal con eso, y solo eso tengo que decir. Simon me cayó muy bien, no es casi machista (digo casi, porque igual este es un género literario que depende mucho de los roles de género), es divertido y ciertamente muy resiliente a fin de cuentas, es un amor de hombre, PERO QUE DIABLOS CON DAPHNE. Simon la perdonó, pero yo no puedo perdonarla.

Mi principal queja es esa, porque realmente a mi no me importa la falta de rigor histórico o la estructura que tiene de película romántica de los años 2000, porque en sí mismos son buenos. Los espacios, el esplendor y lujo que Julia Quinn aprovecha por la clase social de los personajes, todo es genial. Yo le daría cuatro de cinco puntos, por el tema de la violación, que después de consultarlo con la almohada, me puso muy bravo. AAAAAUNQUE, sí está recomendado, tiene sus ventajas si se lee sin esperar una obra maestra. El romance es muy dulce y bello, tanto, a fin de cuentas, que uno se pone a suspirar para que ellos terminen siendo felices. Léanlo, y recemos para que Julia Quinn reciba clases de CONSENTIMIENTO.

Wrap Up de agosto y septiembre (Christie, Nabokov, Enríquez y Springer)

Yo pensaba que el hecho de estar encerrado en mi casa, sin gastar el tiempo de moverme por la ciudad o acostarme temprano para la universidad me ayudaría a leer con más ganas, pero ha sido todo lo contrario, me he sentido extremadamente desmotivado y poco es lo que he leído más allá de tres libros de Austen y otros cuatro de los que quiero hablar acá como por no dejarlos caer en el olvido porque igual me gustaron (algunos más que otros) y está bonito hablar de mis lecturas de una forma más general y menos minuciosa cuando de la obra no ha mucho que yo pueda (o quiera) decir.

Cada lectura de Jane Austen merece una reseña individual, pero en el caso de estos cuatro libros algo más extenso no es muy meritorio que digamos (a parte de que me consume más tiempo 7.7), pero bueno, para no extenderlo más y tampoco dejar de pasar estos libros, allá vamos:

El tren de las 4:50, Agatha Christie.

Elspeth Macgillicuddy se despierta durante su viaje de tren en el momento justo que le permite atestiguar un asesinato en el ferrocarril que pasa frente a su ventanilla. Sin embargo, las autoridades, a falta de cadáver, descartan las declaraciones de la mujer, por lo que acude a su vieja amiga, Jane Marple, una solterona de aficiones detectivescas, para no dejar este caso impune.

«Los trenes tienen algo eminentemente anónimo.»

Página 45.

Para mí, cualquier lectura de Agatha Christie es una lectura ligera que fácilmente puede sacarme de un bloqueo lector. Este fue el caso, pues devoré esta novela tras leer con mucho dolor «Anna Karenina»; considero que Miss Marple es, en una opinión muy impopular, mucho mejor detective que Poirot, porque en el fondo él es la versión de Christie de Sherlock y no me gusta nada su personalidad, mientras que Marple es mucho más carismática y los crímenes los resuelve como mejor, porque no es ella sola, sino junto con algunos personajes que le colaboran.

En todo caso, El tren de las 4:50, como muchos de los libros de Agatha Christie, es una novela de personajes, bastante sencilla con la típica lista de sospechosos que son básicamente todos. Acá ella juega mucho con la cabeza de uno como lector y nos engaña bastante con quien o cual, pero lo feo es que al final, aunque es muy inesperado, no lo es de la mejor forma porque todo es como muy sacado de la manga y aunque tiene sentido no te dan las pistas para ir descubriendo el caso tu solo, que es algo maravilloso en la novela policiaca, solo por eso me disgustó mucho y le puse 4/5 estrellas en goodreads. Pero, dejando de lado ese problema, es muy buena obra, no creo que la mejor, aunque sí para pasar un buen rato en el sillón.

Lolita, Vladimir Nabokov.

Acá conocemos a Humbert Humbert, un profesor de literatura con tendencia a la melancolía que tiene una caracterísitica «especial»: siente una incontrolable atracción hacia lo que el llama «Nínfulas», niñas preadolescentes, de máximo catorce años. Es entonces cuando, en un viaje a los Estados Unidos, conoce a la familia de los Haze, una madre con su hija de doce años, Dolores, a la cual el protagonista comienza a llamar «Lolita». En Humbert nace una obsesión hacia Dolores, al punto de conseguir volverse su padrastro y único titular para hacer de ella a su antojo mientras juntos atraviesan un largo viaje alrededor de todo el país en auto; aunque, más allá del argumento, la novela es conocida por su polémica al tratar temas tales como la pedofilia y el abuso infantil.

«Ese era uno de los motivos por los cuales procuraba mantenerme lo más lejos posible de la gente, mientras Lo, por su lado, ponía todo su empeño en incluir en su órbita a la mayor cantidad imaginable de potenciales testigos presenciales.»

Página 202.

A mí no me gusta Lolita. O bueno, al menos es una relación de amor y odio. Yo, como todos, leí este libro por el puro y simple morbo que rodea como un halo a «Lolita». Soy muy consciente de que esta obra tiene mucha tela que cortar, muchas interpretaciones, análisis, etc. Pero la verdad, no voy a forzar mi mente en algo que la mayor parte del tiempo me produjo mucho malestar, al punto de querer llorar por la frustración; para leer Lolita uno tiene que, de cierta forma, quitarse de encima los prejuicios y la moral. NO PARA JUSTIFICAR A HUMBERT, válgame Dios, pero sí para poder apreciar un poco más al libro porque es cierto que, al menos en su forma, es una preciosidad, pues Nabokov consigue hacer que la calidad del estilo se sostenga por si solo sin necesidad de mirar al contenido que ya es muy escabroso. Es una melodía de muerte hermosamente ejecutada. Si tuviera que comparar Lolita, en su forma, con algo, sería con el soundtrack de su adaptación de 1997, hecho por el recientemente fallecido Ennio Morricone, porque es hermosa, desgarradora y que llega al corazón; las dos cosas más destacables, más allá de la pluma de su autor, son, uno, la forma en la que el sin necesidad de hacerlo consigue que empaticemos con el depredador que es Humbert pero también nos deja claro bajo ciertos medios escondidos que esto es algo terrible (como la cita que puse arribe) y también el retrato de los Estados Unidos. Ese país a mi no me gusta nada, pero las descripciones, espacios, ambientes, todo era como una película multicolor de tonos cálidos (irónico, ¿no?) que ocurría en cámara lenta, porque acá el estilo de este hombre es leeeento y soporífero, como esas canciones de Cenicienta, la peli de Disney de 1950.

Sin embargo las virtudes, para mi, no fueron suficientes para opacar lo horrible. No considero esto un libro imprescindible, sí un clásico, pero para estómagos fuertes. 2.5/5 estrellitas.

Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enríquez.

«Las cosas que perdimos en el fuego» es una antología de terror. Son doce cuentos en los que se abarcan temas como las enfermedades mentales, los feminicidios, así mismo el movimiento feminista, el horror cósmico propio de H. P. Lovecraft y la cultura popular argentina, todo esto en, salvo una ocasión, la boca de las mujeres, la forma de sentir el mundo que ellas tienen y de la misma forma percibir los diferentes matices del terror.

«A lo mejor tenía que mudarme. A lo mejor, como me había dicho, tenía una fijación con la casa porque me permitía vivir aislada, porque ahí no me visitaba nadie, porque estaba deprimida y me inventaba historias románticas sobre un barrio que, la verdad, era una mierda, una mierda.»

Página 23.

Cuando comenzó todo esto de la pandemia, Anagrama junto a otras editoriales lanzaron para descarga gratuita algunos títulos de forma temporal. «Las cosas que perdimos en el fuego» fue uno de ellos, así que lo descargué en mi celular para leerlo mientras estaba fuera de casa (pocas veces) pero terminé en mi cama a medianoche asustadísimo con el teléfono en las manos mientras leía 😣; como dije, son doce cuentos, cada uno toca temas distintos pero en mayor o menor medida consiguen poner los pelos de punta. Mariana Enríquez toca mucho lo que es la cultura argentina (lo que me encanta, es un país RE lindo) así como en algunas ocasiones toma casos de la vida real para sus cuentos, como uno donde adapta el caso de Ramoncito, un crímen a un niño con tintes satánicos, o el del asesino en serie infantil conocido como el «Petiso orejudo» (el único cuento protagonizado por un hombre), casos que van absorbiendo la vida de sus personajes hasta obsesionarlos de formas enfermizas, porque todos los que envuelven este libro los reúne el tema de la depresión que sufren, crisis que bien pueden hacerlos alucinar eventos, tener paranoias, visiones terroríficas que no necesariamente son producto de la imaginación.

Por otra parte, están muy marcadas las influencias de Mariana Enríquez, especialmente con H. P. Lovecraft con obras como «La sombra sobre Insmouth». También creo que hay mucho goticismo en su prosa, maneja espacios oscuros, la noche, la soledad, el terror a lo desconocido y en el último cuento, aquel que le da nombre a la antología, la ciencia ficción feminista, con un mundo en el que, en una forma enfermiza de protesta, las mujeres se queman sus cuerpos ante la ola de feminicidios en Argentina.

Las referencias de «Las cosas que perdimos en el fuego» son excelentes, reflejando el contenido de sus páginas, yo le doy 5/5 estrellitas (por ahora es de lo mejor que he leído en el año), y recomiendo mucho su lectura, sobre todo ahora que comienza octubre💀👻.

El caso del marqués desaparecido (Enola Holmes #1), Nancy Springer.

La hermana menor de Sherlock y Mycroft Holmes, Enola, tiene tan solo catorce años. Es escandalosamente menor que sus dos hermanos y vive sola con su madre en una modesta mansión de campo, ambas libres, sin las ataduras de las convenciones sociales de la Inglaterra victoriana. Sin embargo, todo cambia cuando el día del cumpleaños de Enola, su madre desaparece sin dejar rastro, y la chica tendrá que pedir ayuda a sus hermanos, sin sospechar siquiera que ellos pretenden cortarle las alas y meterla a un internado; así pues, en una huida en pos de su independencia, al mismo tiempo que a la pista de su madre, Enola se verá enredada en la desaparición de un marqués de doce años, sin sospechar que la vida de ambos puede estar en un gran riesgo.

«Es de dominio público que los caballos sudan y los hombres transpiran, mientras que las damas brillan. Estoy segura de que yo también brillaba.»

Página 106.

Leí Enola Holmes #1 porque el trailer de la película de Netflix, con Millie Bobby Brown, Henry Cavill y Helena Bonham Carter me cautivó. Ese estilo tan despreocupado pero al mismo tiempo de época pero claramente para un público joven me dejó sin habla, así que fui corriendo a comprarme el libro (carísimo, por cierto😱). Yo desde el principio supe que esto es middle grade, quizá un poquito más que eso, pero yo ya me olía una novela sencilla y fresca, cosa que la autora me cumplió muy bien; no hay mucho que decir de este libro, quizá lo más importante es que me pareció muy bueno: Sherlock Holmes, un tema, un personaje tan quemado, que no hay muchas formas de ir innovando pero pues inventarse un personaje como Enola y crear toda una historia A PARTE de la del célebre detective, sin caer en el error de hacer una mini Sherlock no puede pasar desapercibido, es un punto para Nancy Springer que no vamos a ignorar.

Es una saga de 6 libros. 6 LIBROS. Yo no leo sagas desde los dieciséis años y ahora tengo veinte, imagínate lo desacostumbrado que estoy, me he vuelto muy de zona de confort y la comodidad que dan las obras auto conclusivas, así que una saga como que me intimida, siendo muy sincero😩, pero siento que gracias a Enola tengo ese empujón para volver a este mundo de esperar libro tras libro, acostumbrarme a los personajes, etc. Ya me anoté algunas, como releer los orígenes de Cazadores de sombras (los únicos que, en mi opinión valen la pena de los mil y un libros de esa serie), la saga de los Bridgerton por Julia Quinn o Pídeme lo que quieras, la verdad que me emociona mucho esta, digamos, vuelta a algo olvidado.

«El caso del marqués desaparecido» es como un soplo de viento en un día caluroso, es decir, un alivio. Es un libro introductorio (supongo que Nancy Springer habrá firmado un contrato por una cantidad determinada de libros) para meternos en este universo y sus personajes, que nos acompañarán por otros cinco títulos, así que todo va muy al grano, el misterio del marqués no es un gran misterio, mientras que el de la madre (que si es crucial) es el que sostendrá toda la saga. Por otro lado, el girl power que tiene la obra es de agradecer por la temática y contexto, con estos manifiestos en contra de los corsés, los vestidos, polisones, etc. que se vuelven cómicos cuando Enola tiene que adaptarse a este mundo de la moda femenina; si a uno le gustan los libros infantiles o juveniles, está súper bien, también los misterios son para que los resuelvas tú con la protagonista (al final hay una solución a cada enigma) y eso ayuda mucho a, como sentir más empatía y saber que de alguna forma uno hacer parte de la historia; a este también le di 5/5 estrellas, sobre todo por ese disfrute tan grande. Ya tengo comprados el dos y el tres, mientras espero que los demás lleguen a mi país.

Espero que este intento de wrap up te haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo🤭, te invito a que escribas cuales son los últimos libros que has leído y cuales esperas leer en lo que queda del año. Nos leemos, hasta la próxima😋.

La Edad de la Inocencia – Edith Wharton

_visd_0000JPG014N5Título Original: The Age of the Innocence.

Autora: Edith Wharton (Estados Unidos)

Número de Páginas: 302 págs.

Formato: Tapa blanda con solapas.

Editorial: Planeta (La imagen de la portada no es la edición que yo leí).

Argumento (extraído de:https://www.planetadelibros.com/): 

Al amable mundo de convenciones sociales estrictas en el que se mueve, aparentemente sin roces ni contrariedades, la alta sociedad de Nueva York de finales del siglo pasado, regresa de Europa la inquietante condesa Olenska. Independiente, osada, «diferente», Ellen involucrará muy pronto en su misterio a su joven primo Newland Archer y perturbará sin poder evitarlo el encanto de una vida social que ignora de manera voluntaria su inminente fin.En el fondo de esta extraordinaria historia de una gran pasión subyace el conflicto entre dos mundos : el de las viejas familias « patricias» norteamericanas y el de los nuevos ricos, quienes, al terminar la novela, se han apoderado ya de las costumbres y de los espíritus.

Tras la desgarradora delicia que fue la lectura de «La Casa de la Alegría» supe que quería seguir leyendo a esta autora, me encantó su estilo de escritura y los temas que trataba, la forma en que lo hacía, sin contar con esa fabulosa manera en la que construye personajes. Como «La Edad de la Inocencia» es su obra más conocida me la compré en una de las pocas ediciones que se pueden conseguir en mi país.

Decidí hablar de la autora en la reseña de este libro y no en «La Casa de la Alegría» porque esta es su novela más conocida. 

Edith Wharton nació el 24 de enero de 1862, en Nueva York, y muere el 11 de agosto Imagen-de-Edith-Wharton.de 1937 en Francia. Fue una novelista y cuentista de la alta sociedad neoyorquina, donde se desarrollan los relatos que escribía; bisexual y adelantada a su época, Edith Wharton vivió un infeliz matrimonio del que se liberaría en 1913 gracias al divorcio, suceso que quizá marcó algunas de sus obras donde relata infidelidades conyugales. En todo caso, su vida escritural fue muy prolífica, escribiendo más de veinte novelas en las que destacan: «La Casa de la Alegría» (1905), «La Edad de la Inocencia»(1920, ganadora de un premio Pulitzer), «Ethan Frome» (1913) y «La Solterona» (1921), sin contar algunas antologías y crónicas de viajes. 

Su pluma está marcada por una fuerte crítica social a la comunidad en que ella vivía, llena de personajes conscientes de su situación pero incapaces de hacer algo al respecto.

«Newland Archer se consideraba claramente superior a aquellos especímenes escogidos de la aristocracia neoyorquina; probablemente había leído más, pensado más e incluso visto considerablemente más mundo que cualquier otro hombre de aquel grupo.» (p. 15)

Me gustaría comenzar a hablar sobre la forma en la que Edith Wharton escribe esta novela: han pasado quince años desde que escribió «La Casa de la Alegría», es 90c9758f3737f851d9f1e3e9ef864530--innocence-movie-victorian-paintingsevidente que va a haber un cambio en su estilo, y esta vez es muy notorio: en la novela que anteriormente había leído noté que si bien ella daba descripciones estas eran un tanto vagas y daba mucho a la imaginación, pero en esta nueva lectura todo se vuelve en extremo minucioso (aunque tengo la teoría de que, al ser una novela que retrató muy bien la sociedad americana decimonona, y por eso ganó el premio Pulitzer.). Describiría la lectura de este libro, al menos durante la primera mitad, como un delicioso pasaje por una casa museo, observando con regocijo cada detalle. Sería así, siempre, si no fuera porque tuve la desdicha de leer un ejemplar MUY MAL EDITADO, por Dios, es que yo tengo mala suerte, el libro tenía falta de tildes, errores de digitación, sobraban palabras… en fin, la edición de 1994 de TusQuets no debería ser comprada.

Algo muy notorio es que en la sociedad neoyorquina gobierna una lógica de lo implícito, todo esta dicho sin decirse, con una simple mirada pueden decirse cosas que uno jamás diría frente a una multitud, también secretos a voces que solo son desconocidos por aquellos que son objeto de las habladurías: este es el mundo en el que nos pone Edith Wharton, una jungla hecha de cristal, terciopelo e interminables fiestas. He de aplaudir la exactitud y el detalle con el que nos muestran un mundo tan complejo y frágil, donde un simple escándalo puede trastocar toda la paz sobre la cual fue construida, el hecho de que un familiar pueda manchar la reputación de toda una familia no es de extrañar, y el rechazo de alguien caído en desgracia se aplaude.

Con este mundo nos presentan al joven Newland Archer, un abogado de la alta sociedad quien siempre ha vivido con estos preceptos, sin embargo su contacto con el arte, los1_F5K4CEsNoplYjzdO9GAxbQ extranjeros y variadas líneas de pensamiento hacen que el constantemente se cuestione la funcionalidad de este mundo. Por otra parte está su prometida, la joven y encantadora May Welland, una chica que está completamente alienada en el esplendor, ha sido criada para convertirse en la esposa perfecta, un adorno al cual su marido podrá presentar en cotillones; ambos viven en completa parsimonia cuando a sus vidas aparece Ellen Olenska, la prima de May, una mujer que ha escapado de su esposo y vuelto a Nueva York en busca de su antigua vida, pero será rechazada por los que antes decían ser sus allegados. La única persona que se dedica a protegerla es Newland, quién poco a poco va abriendo los ojos al absurdo en el que vive, enamorándose lentamente de la condesa Olenska. 

El romance entre Newland y Ellen es amargamente tierno, saben que es imposible que ese amor pueda ser, pero no pueden evitar estar juntos. El escarnio publico los separa de la tan ansiada consumación, por lo que la separación es un temor constante entre los dos; por otro lado, está May, quién funge como obstáculo para su prometido, pero sin tener en cuenta que ella misma es de igual forma víctima de la sociedad, teniendo que convertirse en una figura de mármol que debe tener una perpetua sonrisa. 

«-Sí, porque soy obra tuya mucho más que tú obra mía. Soy el hombre que se casó con una mujer porque otra le dijo que lo hiciera.» (p. 205)

La pasionalidad que nos exhibe Edith Wharton es excepcional, no hay puntos muertos en el libro, el sentimiento es constante y la tensión de la cual uno como lector es presa es bastante emocionante, contrariando el pensamiento de que, por el hecho de que la obra cuente un costumbrismo de antaño ha de ser monótono y denso el libro. 

Sin mencionar la edición mal hecha que compré, solo le encuentro un defecto a la novela, y es un GRAN defecto: el final. Es un final, en mi opinión, poco realista e innecesariamente poético que me dejó muy frustrado, es decir ¿Todo este trayecto para… nada? la decepción se hace notar al instante, creo que Edith Wharton es asidua a los finales tristes/insatisfactorios :c, si eso llega a ser cierto realmente no se si quiera seguir leyéndola, no tengo deseos de volver a encontrarme con algo como lo que tuve que leer en «La Edad de la Inocencia». La obra pudo haber sido perfecta, pudo haber sido mejor que «La Casa de la Alegría», pero ese desenlace destruyó todo lo que pudo haber construido en sus páginas.

«Archer se encontraba cara a cara con el temido argumento del caso particular. Ellen Olenska no era como ninguna otra mujer, él no era como ningún otro hombre; por consiguiente, su situación no se parecía a ninguna otra, y no respondían ante más tribunal que el de su propio juicio.» (p. 256)

4/5 puntos. 

¿Lo mejor?: La historia, los personajes.

¿Lo peor?: El final.

Mi Edición: 

La Casa de la Alegría – Edith Wharton

unnamedTítulo original: The House of Mirth.

Autora: Edith Wharton (Estados Unidos).

Número de Páginas: 384 Págs.

Formato: Físico, tapa dura con sobrecubierta.

Editorial: Alba.

Argumento (extraído de: http://www.albaeditorial.es)

Huérfana a los diecinueve años, Lily Bart es acogida por una tía en el seno de los más antiguos clanes de la sociedad neoyorquina. Diez años después, aún no se ha casado, y ni su exigua renta personal ni la generosidad condicional de su protectora han hecho nada para favorecer su independencia. «Una chica no tiene más remedio, un hombre sólo se casa si quiere»: la crudeza de este axioma acaba imponiéndose a cierta edad, y Lily, hermosa, inteligente, con clase, educada para «ser un adorno», se ve empujada al mercado del matrimonio. «Incapaz de casarse por dinero, pero igualmente incapaz de vivir sin él», aspira a «una situación en la cual la actitud más noble fuera también la más fácil». La complejidad de su deseo no se ajusta a la realidad de sus oportunidades, y Lily irá poco a poco extraviándose y descendiendo en un mundo de feroces convenciones secretamente regido por la manipulación, el desafecto, el engaño y el chantaje.

Leí este libro para El Club Pickwick. No había vuelto a participar en este club de lectura house-of-mirth-9781982141790_lg(por falta de tiempo y porque algunas lecturas no me parecían muy interesantes), y en parte el no hacer parte de esa comunidad tan bonita me pesaba en la psiquis, entonces vi la votación de marzo (La Casa de la Alegría y Las Amistades Peligrosas), si bien no quería que ganara Wharton decidí leer ambas obras, aprovechando la cuarentena actual.

Lo único que yo sabía de Edith Wharton era La Edad de la Inocencia, por la película, y de hecho pensaba que esa sería la lectura asignada, por esto de que están sacando las ediciones especiales de RBA, pero parece que no, así que saqué el libro de la biblioteca y me puse a leerlo, sin muchas expectativas para ser sincero, pero me fascinó.

«Lily era de modo tan manifiesto víctima de la civilización que la había procreado que incluso los eslabones de su pulsera parecían esposas destinadas a encadenarla a su destino.» (p. 17)

Algo que me di cuenta nada más comenzar la historia es que hay tintes medio «austenianos» en la pluma de Edith Wharton, pero esto solo se limita a la ironía y crítica social, y es natural, teniendo en cuenta que los contextos de ambas mujeres son muy distintos. Pero otra cosa similar es que ambas escribían sobre su entorno, la vida que las rodeaba (creo), y es natural que este detalle nos haga notar que el análisis del Nueva York de antaño sea uno de los temas centrales en los que la autora ocupa su pluma.

En la novela hay una cita (que olvidé marcar, por desgracia) que puede retratar muy bien la novela: la aristocracia neoyorquina es un cielo lleno de constelaciones, peroMV5BNjI3OGE0MjUtNzE2Yi00NzFmLTgzNjQtNTA1MzI3YzQ3NDdmXkEyXkFqcGdeQXVyMTk3NDAwMzI@._V1_ Lily Bart es una estrella que cae en desgracia del firmamento. Esta poderosa imagen, de carácter elegíaco es un buen resumen del libro si tuviéramos que comprimirlo en una frase; Lily, bella y encantadora, pero rozando los treinta con la punta de los dedos, vive una vida de opulencia apacible, pero en lo más profundo de su ser, existe la ansiedad del mañana, ¿Qué va a pasar con ella? el dinero, tema central de la obra es un martillo que va haciendo mella en la paz de nuestra heroína, es el factor que propiciará su caída del sector patricio para el que fue educada.

Edith Wharton logra una protagonista que, durante las primeras páginas podríamos comparar con la trepadora Rebecca Sharp, personaje principal de La Feria de las Vanidades, de W. M. Tackeray, sin embargo no tarda en mostrar una humanidad tan real que, personalmente, me pareció imposible odiarla, tiene virtudes, y defectos, defectos que son muy notorios, pueden exasperar al lector pero su carisma, junto a la necesidad de ver su bienestar consiguen que la apreciemos, es una mujer demasiado buena para la sociedad en la que vive, sin duda le falta malicia, puesto que aunque lo sabe, quiere pensar que sus allegados no la ignorarán si baja de escalafón social. Pobre de ella.

«¿No comprende -prosiguió- que sobran hombres para decirme cosas agradables y que lo que necesito es un amigo que no tema espetarme las desagradables cuando me convienen?» p. 19

Los personajes están muy bien construidos, sobre todo las mujeres. No creo posible que comiences odiando a uno de ellos todo el libro sin alteraciones sobre tu parecer, es decir, puedes detestar a, por ejemplo, Bertha Dorset desde el principio hasta el final, pero no puede ser que en algún momento no haya un cambio de percepción, puesto que la gente no es blanca o negra, se trata de una escala de grises que, aunque la distinción de aliados y enemigos de Lily es muy marcada a partir de la mitad, no cae en el simplismo. De la misma forma, pese a que hay variedad de pretendientes en los cuales Lily Bart centra su atención, y al haber un interés amoroso constante, no se cae en triángulos amorosos, los otros hombres se convierten en medios para un fin, el cual siempre es mantener su posición social, pero Lawrence Selden, el principal, siempre va a mantenerse como un «pretendiente imposible», él como personaje es muy complejo, AnotherCountry_TheHouseOfMirth_03-1-1600x900-c-defaultentre los dos hay una constante atracción pero el gran impedimento es la necesidad de la joven en casarse con alguien rico, sin mencionar que Selden, en su cabeza, es inconcebible que alguien como Lily Bart pueda tener interés en un abogado con menos ingresos, pero la cuestión y gran problema es que ella rechaza un matrimonio por conveniencia, siempre termina rechazando estas proposiciones porque en su lógica prima el amor antes que la necesidad, por más que sufra por ello.

«y leyó además en sus ojos la deliciosa confirmación de que había triunfado: de ahí que por el momento tuviera la impresión de que sólo le importaba ser bella para él.» p. 165

El cuestionamiento a los roles de género, como un hombre puede tener una vida licenciosa pero la reputación femenina es brutalmente frágil, es algo evidente en la obra, un simple malentendido o un rumor malintencionado puede destruir la imagen de una dama en esa sociedad, y en consecuencia, el rechazo de quienes la rodean. Este conflicto no solo le pesa a Lily Bart, sino a otros personajes femeninos que viven con la tensión de que se sepan sus secretos. En consecuencia nacen intrigas, ataques y chantajes entre mujeres que saben una u otra cosa de la otra, en temor de revelar el misterio, guerras por el simple hecho de sobrevivir. 

«¿Que podían uno y otra saber de su pareja, si su deber de hombre «decente» le obligaba a ocultarle su pasado, y el de ella, como muchacha casadera, consistía en no tener un pasado que ocultar?» La edad de la inocencia, Edith Wharton. 

Un tema importante en la obra es el de las enfermedades mentales. Lily Bart sufre depresión, si uno conoce bien estos trastornos es algo muy evidente: el mundo sigue su curso, las personas viven sus vidas con normalidad pero uno se queda estancando en sus propios pensamientos que progresivamente van haciendo más daño, le damos más importancia a cosas que se pueden superar pero la ansiedad de hacerlo desesperadamente es mayor a la paz. Lily sabe que tiene opciones para sobrellevar su situación, pero al mismo tiempo reconoce que ha sido criada para ser un adorno que enseñar en fiestas y recepciones, esta situación tan problemática es un freno que hace que vaya cayendo aun más en el abismo. 

«Ella también se sabía a sí misma de memoria y estaba harta de su personaje. Había momentos en que deseaba con fuerza algo diferente, algo extraño, remoto e inexplorado, pero los juegos más audaces de su imaginación no pasaban de representarla en su vida habitual como un decorado nuevo. No podía imaginarse más que en un salón, emanando elegancia como una flor emana perfume.» p. 123

Por último, la forma en la que Edith Wharton escribe es elegante, muy costumbrista en sus formas (algo que se agradece), si bien hay párrafos largos, de hasta una página, cosa que puede fatigar al lector, también se complementa con escenas de diálogo que funcionan como un descanso; los capítulos no son largos, la pluma de la autora es tranquila, no muy compleja y sin excesivas descripciones.

Es un buen libro, la emocionalidad es fuerte y la empatía que uno genera por los personajes es exquisita. La historia se sostiene por si misma, es decir, no depende de un misterio para funcionar (leí el final por accidente), es interesante saber que pasa, porqué pasa, sin mencionar los detalles de costumbre que nos relata la autora. 

¿Lo mejor?: La crítica social, la construcción de personajes y la historia en sí.

¿Lo peor?: Nada que resaltar.

Mi edición: 

Ocaso y Aurora – Matilde Cherner

978958428460Título Original: Ocaso y Aurora (España).

Autora: Matilde Cherner (Rafael Luna).

Número de Páginas: 219 págs.

Formato: Rústica con solapas (Editorial Planeta).

Argumento: 

Ocaso y Aurora narra la historia del Conde de Frigiliana, un hombre que, habiendo sufrido incontables penas para su corazón, ha decidido dedicar todas sus energías a la protección del legado de los Habsburgo, casa del linaje austriaco que reinaba en España. Ahora el último vástago de esta familia se muere, el rey Carlos II no ha dejado descendencia y la nación corre peligro de ser desmembrada por las codiciosas manos del Sacro Imperio Romano y el rey francés Luis XIV. Es entonces cuando el conde, aprovechándose de una impensable oportunidad, creará un complot con el que podría salvar el destino de Francia, sin saber que se encontrará con los fantasmas de su pasado. 

Planeta ha decidido tomar la decisión (no se si sea la más sincera, pero bueno) de publicar obras de mujeres que usaban seudónimos masculinos, pero ahora con sus nombres reales, con el propósito de «reivindicarlas»; es necesario, si, darle a las mujeres la voz que en el pasado se les era negada, y me llamó la atención la colección (de, por ahora, cuatro libros), más que nada porque son autoras difíciles de conseguir a buenos precios y las ediciones son físicamente bonitas, pero es muy obvio que a las editoriales poco les importa la empoderación de la mujer si esto no les proporciona ganancias. 

Con estos prejuicios, me adentré a esta novela.

Bueno, pues, la novela, me parece, argumentalmente está dividida en dos grandes partes portada_ocaso-y-aurora_matilde-cherner-rafael-luna_201912301253mediadas por dos personajes con un mismo nombre: Margarita; la historia de la primera Margarita comprende el prefacio de la novela, es un relato completamente romántico, donde Matilde Cherner deja ver un poco las influencias literarias que la preceden (un ejemplo de esto es el Siglo de Oro) mediante corrientes estilístico-temáticas. Y bien, siendo un prólogo esta historia, donde conocemos la juventud del Conde de Frigiliana es meramente introductoria para poder justificar los sucesos posteriores. Su lectura es muy amena y si uno es enamoradizo va a disfrutar mucho, aunque, como es mi caso, si ya estás acostumbrado a la narrativa «clásica» y sus tropos, si es muy predecible. El final del prefacio termina como podría hacerlo una novela gótica de aventuras, como las de Radcliffe. 

«El rey se muere».

El tema de los complots de la corona no es algo que yo haya leído, por lo que me sentí bastante interesado por el manejo que se le pueda dar a algo tan fascinante como lo 5382aabd-81ee-48ee-9ebd-b54dc8fea5ac_318pueden ser las intrigas cortesanas, y tengo que aplaudirle a la autora el dominio tan bueno que tiene de la historia española, aunado a esto que lo describe sin suponer que ya lo sabemos, de tal manera que se convierte en lo mejor que puede tener la novela, pues con ternura nos cuenta la vida de Carlos II, el hechizado, quien fue el último descendiente de los Austrias en España, siendo un rey constantemente enfermo, con problemas mentales y una clara incapacidad para gobernar a causa de la endogamia de sus antepasados, pero se mantuvo en el trono más de treinta años. Matilde Cherner nos revela un lado humano que la historia tiende a esconder, así como las terribles leyes sociales que imperaban en la corte de España; los capítulos que hablan del rey son los mejores, y el libro se sostiene sobre la historia nacional de Cherner.  

Para alguien que le interese la degeneración del linaje de los Habsburgo en España, y en general el Siglo de Oro, sabrá apreciar muy bien este tipo de literatura.

«El semblante dulce y bello de esta amable princesa quedó indeleblemente grabado en el alma de Carlos, y él era la única estrella de consuelo y protección, que velaba en la oscura noche de su lenta agonía» (p. 143)

Algo que uno se da cuenta, conforme avanza la novela, es que el argumento (sinopsis, personajes ficticios, etc.) es solo una excusa para contarnos como comenzó la decadencia de España, un país que siempre ha estado entre crisis desde hace siglos, hasta la actualidad. El libro es muy patriótico, incluso legándole un capítulo entero a una alabanza sobre las mujeres españolas; se crítica a que punto se ha llegado después de tiempos de esplendor y poderío, como una nación que era dueña de dos mundos terminará irremediablemente en manos de la dinastía de los Borbones, quienes gobernaban Francia. Entonces, Matilde Cherner nos está declamando una elegía a España, su esplendor ya borrado y ahora el temor por un futuro incierto, el ocaso de un imperio, y la aurora de un nuevo futuro, no hay que olvidar que en las décadas posteriores a su publicación (1878) España perdería a Cuba y las Filipinas, momento en el que habría perdido por completo su estatus de imperio; ahora bien, en su afán de cumplir todos estos propósitos ya mencionados en el texto, la autora descuida la historia que hizo para ambientar estas explicaciones: la creación de personajes no es Actualidad_468964786_145974898_1024x576buena, los personajes femeninos son un exactamente iguales, se llaman igual, salvo unas contadas excepciones, pero siempre son mujeres castas, inocentes y puras, y con los hombres pasa algo similar, ya que se convierten en filósofos de la dignidad. En cuestión del plot, realmente es tan predecible que la autora lo reconoce y juega con ello, pero por mi parte, estos defectos del texto me dieron mucha risa, se me hizo muy ameno leer situaciones que eran a todas luces inverosímiles, como de telenovela; digamos que ella trata de normalizar la sexualidad antes del matrimonio, y toca con pinzas el tema del incesto, pero poco más. El final es ¿satisfactorio? o sea, en cuestión de sucesos históricos no se deja mucho a la imaginación, todo transcurre entre 1680 y 1700, la obra se publica ciento setenta y ocho años después, pero ya en el ámbito de lo ficticio es un final sencillo, todos los cabos se atan y debemos estar contentos. 

Sin ánimos de juzgar muy feo una obra, creo que el valor de Ocaso y Aurora es el propósito patriota que tiene, junto con la exquisitez de narrativa histórica de la cual se vale la autora, que es de hacerle una ovación en ese aspecto, pero no creo que vuelva a leer algo de ella, ora porque casi todas sus obras se perdieron, ora porque realmente me gustó el libro, pero no me parece inolvidable. 

¿Lo mejor?: el trabajo histórico y su facilidad de lectura.

¿Lo peor?: La mala construcción de personajes.

4/5 puntos, recomendable si te interesa la historia de España o un romance de época muy cursi.

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